sábado, 20 de junio de 2009

Equilibrista

Música extraña hay de fondo, me desconcierta este reproductor. No puedo decir nada. Distingo el sonido de un lejano cucu, bajos bien pronunciados y colores donde debería haber notas musicales.

Se balancea de un lado a otro, siente un escalofrío en el cuerpo y una sensación extraña.

Me balanceo de un lado a otro, el viento mueve las copas de los pinos y lo que daría por tirarme sobre el rocío y apagar el calor. Me siento un equilibrista, balanceándome. El frío en los costados y mi cabeza que se incinera.

El cucu parece no dejar de sonar, los colores de aparecer, es un segundo que parecen horas, son horas que parecen segundos. El balanceo es continuo; sin cansancio, sin afloje ni variación. Todo que se mueve, las copas de los pinos, mi pelo, los cuerpos y la música que no acaba jamás.

Me resulta extraño todo. El interprete, ejecutor y yo misma. Busco callarme por una buena vez. Y me doy cuenta de lo bueno que es dejarse llevar por los colores, el viento y el calor.

Arrojarse a un abismo y solo guiarme por el instinto alterado, el aroma del rocío, las flores secas y las endorfinas en el cerebro.

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